domingo, 15 de junio de 2014

Montes Bocineros 1/5: Ganekogorta

En el año 2004, coincidiendo con el vigésimo quinto aniversario de su restitución, las Juntas Generales de Vizcaya institucionalizaron el "Día de los Montes Bocineros". Ese día, la costumbre es subir a uno de los cinco montes bocineros (Kolitza, Ganekogorta, Gorbea, Oiz y Sollube) y rememorar la antigua llamada a Juntas haciendo resonar los cuernos en la cima de dichos montes.

Yo, personalmente no conocía esta tradición y, si no llega a ser por mi amiga, hubiese continuado ajeno a esta tradición. Este evento ha agrupado a unas 200 personas y hemos comenzado la marcha sobre las 8:15 desde el polideportivo "El Fango" de Rekalde, bajo el sonido de trikitixa.



El tiempo la verdad es que ha acompañado durante todo el trayecto, y ha acompañado debido a lo nublado del día, que en mi opinión es una ayuda a la hora de ir al monte. La primera parada del trayecto se ubica en la cima del Pagasarri.

Me atrevería a decir que la subida al Pagasarri es una de las subidas más intensas que he realizado últimamente. Cuestas muy empinadas que hemos comenzado con energías pero que han ido minando nuestra resistencia a lo largo del trayecto. Como siempre, como contraste a la dureza de la subida, tenemos otra perspectiva de lo que dejamos abajo, ajeno al ajetreo de la ciudad.




Dejando atrás el suelo de asfalto, comenzamos a adentrarnos en los caminos boscosos del Pagasarri. Cada vez realizando más paradas, pero sin quitarnos la sonrisa de la boca.



A medida que íbamos alcanzando la cima del Pagasarri, se ha empezado a formar niebla y a soplar un viento cada vez más frío.


Pero contra todo pronóstico, sobre las 10 de la mañana hemos alcanzado la cima del Pagasarri. Después de reponer algo de fuerzas, hemos continuado la marcha hasta la fuente de Tarín, donde hemos podido disfrutar de Bertxos y del agua fresca.



Ya sólo quedaba la última parte. Casi sin fuerzas en las piernas hemos comenzado a subir desde el Pagasarri al Ganekogorta por sus empinadas laderas. He de reconocer que si no llega a ser por ciertas... urgencias de tiempo que teníamos... hubiese hecho más paradas y más prolongadas. Ya que el tramo de subida hasta el Ganekogorta ha sido treméndamente duro, sólo apaliado por las vistas y la compañía (Mi tata siempre manteniendo el ánimo).

Pero a las 12 del mediodía, ahí estábamos, Iranzu y yo. Disfrutando, al menos por mi parte, de uno de los momentos más mágicos que he vivido en un monte. Alrededor de 20 personas sacaron cuernos de diferentes formas y tamaños, y comenzaron a resoplarlos. La mezcla de sonidos, con ese tono ancestral, hacían que me estremeciera de la cabeza a los pies.



De repente todo el cansancio, todo el sufrimiento hasta la cima, por un momento desaparecieron y sólo disfrutamos del momento.


Tras un pequeño, pequeñísimo descanso, comenzamos el camino de vuelta. Ha sido igualmente duro, pero el hecho de pensar en la ducha que nos íbamos a pegar y en lo que habíamos pasado, hacía que volviéramos con otra motivación en el rostro.

Como anotación final, sólo puedo decir que ha sido una jornada de monte estupenda ¿sufrida? Sí. Pero la compañía y las risas han merecido la pena. El año que viene, me acompañe mi tata o no, ¡nos vemos en el Gorbea!

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